El camino del practicante de yoga es un camino de aprendizaje. Practicar yoga conlleva aprender. Este camino no está exento de dosis de esfuerzo y de retos internos. Sin esos retos, como en cualquier aspecto de la vida, no se aprendería.
A menudo en el camino yóguico personal existen fases en las que parecemos experimentar una gran progresión, otras en las que nos puede parecer que hemos retrocedido, pero todo ello es algo que entra dentro del proceso de aprendizaje y crecimiento personal.
Tener en cuenta estos obstáculos, nos hará ser previsores , nos permitirá identificarlos cuando sucedan, y nos ayudará a no desanimarnos antes las dificultades, reforzando así nuestra capacidad de confianza y de calmada paciencia.
Los antiguos yoguis, ya hace más de dos mil años, conocían los retos u obstáculos del camino yóguico y la importancia de tenerlos en cuenta. Patanjali los mencionaba en sus Aforismos del Yoga, como retos que el yogui ha de afrontar para progresar en este proceso de relación con nuestra mente llamado Yoga:
La enfermedad (vyadhi)
A veces cuando uno se propone un avance en su práctica, aparece la enfermedad, en cualesquiera de sus versiones. Esa situación nos desafía: por un lado pone a prueba nuestra determinación de seguir con nuestra tarea; por otro lado exige por nuestra parte cierta dosis de calmada aceptación. Aquí tendremos que valorar si…
- podemos seguir con la práctica en los términos que nos habíamos propuesto
- podemos seguir con la práctica con modificaciones en la manera de abordarla
- hemos de sustituir la práctica por otra más asequible (en yoga siempre es posible encontrar una opción)
La enfermedad es, pues, para la persona mundana una excusa y una prueba poderosa.
La apatía (styana)
En ausencia de enfermedad, la apatía es un obstáculo. Esta circunstancia se expresa mediante una falta de interés, letargia o torpeza mental del prácticante. Éste no tiene consciencia de la relevancia y posibilidades de la práctica que puede realizar, no se imagina los beneficios, simplemente está motivacionalmente orientado a otras cosas. En estas condiciones es incapaz de enfocar energía en la práctica del yoga porque ni siquiera reconoce la necesidad o conveniencia de ello.
La duda (samsaya)
La duda puede aparecer en diversos momentos en el practicante. Desde los inicios de su contacto con el yoga hasta fases posteriores. Cuando aflora la persona duda sobre la utilidad de lo que está haciendo, sobre la enseñanza recibida misma. La duda puede colocar al practicante al borde del abandono. En ocasiones también la duda puede deberse a un falta de comprensión previa.
El descuido o negligencia (pramada)
Este obstáculo tiene que ver con la falta de aplicación en el practicante. En este caso, pese al reconocimiento de los beneficios de la práctica y cierto esfuerzo por mantenerse, su enfoque en la práctica es inadecuado.
Aquí el practicante puede acometer los ejercicios obviando componentes fundamentales de sus indicaciones (tal vez por prisa o irreflexión) o dejar de incorporar efectivamente actitudes y hábitos yóguicos. La práctica se da formalmente pero no efectivamente. Entonces el progreso deseable se ve condicionado o limitado y la frustración puede llegar.
La pereza (avirati)
En este obstáculo el practicante tiene capacidad efectiva de llevar a cabo sus prácticas pero no tiene energía o dedicación para ello. Cuando practica se siente bien, pero ponerse a ello le cuesta mucho. Existe una tendencia tamásica (inercial, material) que se contrapone con la necesaria autodisciplina del sadhana. Aunque la práctica de yoga se reconozca como positiva, no puede resistirse con suficiente energía a eludir las tendencias hacia a otras opciones. El prácticante no es capaz de dirigir su energía en la proporción necesaria hacia su práctica.
La intemperancia (branthi)
En este obstáculo el practicante, aún teniendo energía suficiente no es capaz de regular con moderación y equilibrio alguna de sus actividades o tendencias. El apego al placer se situa en la raíz de ello y puede incluso llegar a ser obsesivo planteándose “tentaciones” que provocan al practicante a elegir estas por encima de su práctica yóguica. Se trata de una insuficiente capacidad de dirigir adecuadamente sus energías.
El error (darsana)
En este caso el practicante se dedica de manera certera a su práctica pero enfocando esta bajo presupuestos erróneos. La importancia de la comprensión e integración correcta de los conceptos yóguicos es importante para que la persona no se vea inmersa en un enfoque de su práctica determinado por falsas expectativas originadas por no comprender en realidad el sentido de lo que se está haciendo y aprendiendo..
La incapacidad para alcanzar un nivel de Consciencia (alabdha-bhumikatva)
Este obstáculo, mucho más sutil que los anteriores, tiene asímismo una génesis sutil y también difícil de identificar. Por algun motivo el practicante no consigue evolucionar hacia estadios más elevados en su meditación. De la misma manera, no todo el mundo tiene la misma predisposición para progresar hacia dichos estados. Aquella persona con más dificultad deberá perseverar más, mientras que otros recorreran el camino más rápidamente
La inestabilidad de la mente (anavasthitatvani)
Aun alcanzando niveles contemplativos altos (estados de elevada Consciencia) el prácticante no es capaz de mantenerlos de manera estable. Ello puede deberse a su incapacidad de sostener una constancia de práctica adecuada o bien a circunstancias no identificables. De igual manera que en el punto anterior, en caso de dificultad hay que perseverar desde el no apego y aceptación.
Parmatma
«el impedimento para la acción avanza la acción. lo que se interpone en el camino se convierte en el camino» frase atribuida a Marco Aurelio