Desde la perspectiva de las antiguas enseñanzas del yoga, uno de los potenciales de cada ser humano es ser puente entre la tierra y el cielo, o lo que es lo mismo, darnos cuenta de la naturaleza vasta e ilimitada de nuestro Ser mientras habitamos la forma cambiante de nuestro cuerpo material.
El arte de unir Tierra y Cielo
El arte de unir tierra y cielo no es solo una metáfora, sino una práctica consciente en la búsqueda de nuestro equilibrio personal. Se trata de vivir reconociendo y honrando la coexistencia de nuestra naturaleza terrenal y celestial y cultivando el estado de equilibrio que nos dirige hacia un estado mental de neutralidad y desapego.
Encontrar el equilibrio más allá de esta dualidad intrínseca implica reconocer que somos seres complejos, habitando una realidad donde lo material y lo espiritual coexisten y se entrelazan. Puede que a menudo percibamos la dualidad como separación, o incluso como conflicto, por eso reconocer que ambas forman parte de nuestro ser nos invita a sentir la unión y a observar y aceptar también los contrastes propios de la vida, aprendiendo a fluir con ellos más que a resistirlos.
Vivir en el centro simboliza una actitud de vida que honra el momento presente y que nos recuerda que, sin raíces, no hay alas para volar. Es en ese centro donde podemos encontrar la serenidad y la claridad mental para disfrutar plenamente de cada experiencia y cada paso que damos.
Honrar, agradecer y celebrar lo que somos hacen que el viaje de nuestra vida se convierta en una obra de arte que une la tierra con el cielo.
Yoga, la herramienta perfecta para armonizar
La práctica regular de yoga nos abre al sentir de la coexistencia de los opuestos, en armonía y amor, sin resistencia ni asperezas; tierra y cielo, prana y apana, lo individual con el Todo, la oscuridad y la luz, Purusha y Prakriti, sol y luna, … Y es la práctica en sí misma la que integra los opuestos y nos despierta a la neutralidad. No es magia, es «simplemente» entregarse a la práctica y confiar.
La práctica regular de asanas, o posturas de yoga, no es únicamente beneficioso para ganar flexibilidad y fortaleza física, sino que es un camino para lograr un profundo equilibrio interior. Por un lado, al realizar cada asana con atención plena, nos encontramos enraizando a la Tierra, buscando esa estabilidad y firmeza que nos provee el suelo bajo nuestros pies.
Este enraizamiento es simbólico pero también muy físico, podemos sentirlo al realizar pada bandha o hasta bandha. Necesitamos sentirnos anclados, estables, y seguros, tal como un árbol extiende sus raíces al suelo para sostener su magnífico tronco y ramas. Las asanas nos enseñan a construir una base sólida desde la cual podemos explorar nuestro potencial, favoreciendo una postura estable que refuerza la conexión con la energía terrenal y con las cualidades de seguridad, equilibrio y pertenencia que representa.
Al mismo tiempo, la práctica de asanas nos invita a expandir nuestro cuerpo hacia el Cielo, extendiéndonos, creciendo en dirección al sol y al aire, al igual que las hojas y los brotes buscan la luz y el espacio para desplegarse. Esto simboliza una apertura hacia lo que es más elevado y sutil en nosotros; nuestra aspiración hacia la ligereza, la claridad mental y la Conexión con el Todo. Con cada inhalación y extensión, creamos más espacio dentro de nuestro cuerpo, lo que nos permite no solo crecer físicamente hacia arriba, sino también elevar nuestra Consciencia.
Cuando estas dos fuerzas dinámicas —el enraizamiento y el despliegue del cuerpo, el flujo de aire en la inhalación y exhalación— se encuentran en equilibrio dentro de nuestra práctica, experimentamos la armonía única entre el Cielo y la Tierra. Este estado de equilibrio nos permite vivir con una sensación de ancla y propósito, con los pies bien puestos en la tierra, mientras mantenemos una mente abierta y la conexión con lo vasto. En resumen, las asanas se vuelven una danza entre lo terrenal y lo celestial, entre lo tangible y lo intangible, facilitando un camino hacia la integración y la completa expresión de nuestro Ser.
¿Te apoyas en tu práctica diaria de yoga para encontrar el equilibrio en tu vida?
¡Cómo se precipita la ley de la gravedad, fuerte como un vendaval en mitad del mar, sobre cada brizna de cosa, arrastrándola hacia el corazón del mundo!
Cada cosa – cada piedra, cada flor y cada niño – permanece en su sitio. Solo nosotros, henchidos de arrogancia, nos empeñamos, movidos por una vana libertad, en ir más allá de lo que nos pertenece.
Si nos entregásemos a la inteligencia de la tierra, creceríamos erguidos como árboles …
Debemos aprender de nuevo, de las cosas, a caer pacientemente confiando en nuestra solidez.
Hasta los pájaros, antes de volar, deben aprender esto.
«Rilke’s Book of Hours». Rainer Marie Rilke