Un mendigo había estado sentado más de treinta años en la orilla de un camino. Un día pasó por allí un desconocido.
«Una monedita», murmuró mecánicamente el mendigo, alargando su vieja gorra de béisbol.
«No tengo nada que darle», dijo el desconocido.
Después preguntó: «¿Qué es eso en lo que está sentado?»
«Nada», contestó el mendigo, «sólo una caja vieja. Me he sentado en ella desde que tengo memoria»
«¿Alguna vez ha mirado lo que hay dentro?», preguntó el desconocido.
«No» dijo el mendigo. «¿Para qué? No hay nada dentro»
«Échele una ojeada», insistió el desconocido.
El mendigo se las arregló para abrir la caja. Con asombro, incredulidad y alborozo, vio que la caja estaba llena de oro.
Ahora yo soy la desconocida que no tiene nada que darte y que te dice que mires dentro. No dentro de una caja como en la parábola, sino en un lugar aún más cercano, dentro de ti mismo/a. ¿Lo has visto? ¡¡Estás lleno/a de luz y tú sin saberlo!!
La práctica del yoga y la meditación te da la llave para abrir la caja sobre la que estás sentado/a. Una vez la abres, encuentras tu VERDADERA RIQUEZA: la alegría radiante de tu SER y la profunda paz que la acompaña.
Tú eres la única persona que puede abrir tu caja, nadie lo puede hacer para ti y tampoco hay herramientas que se puedan comprar en el supermercado para conseguirlo. Practicar yoga te ayuda a recorrer esa distancia que te separa de tu Esencia; es una distancia corta en lo físico pero seguramente ¡una de las más transformadoras de tu vida!
Cuando conectas con tu Esencia, llega tu transformación: la RIQUEZA INTERIOR se establece en ti y con ello, la confianza en ti mismo/a, la resiliencia, la fidelidad a ti mismo/a, con la mirada al frente y el objetivo de mejorar cada día. Y sobre todo, paz, mucha paz y gratitud por la mágica oportunidad que el Universo te ha regalado: VIVIR.