
Practicar yoga, en cualesquiera de sus facetas, es un ejercicio de autoconocimiento. A menudo vivimos sin reparar cuán poco nos conocemos a nosotros mismos: deambulamos por el día sin pararnos un momento a mirarnos, a evaluar cómo nos encontramos, sin ni siquiera saber cómo respiramos o qué músculatura tenemos en tensión.
Uno de los logros más importantes de la práctica del yoga es aprender a mirar hacia uno mismo, mirarse, evaluarse y ajustarse. Necesitamos siempre ajustar nuestra postura física, energética y mental a la situación y las condiciones en qué nos hallamos. Esto nos llevará a vivir siempre cerca de nuestro equilibrio óptimo.
El practicante aprende las posturas, los ejercicios, se conoce a sí mismo en ellos, y descubre sus límites habituales o puntuales. Tras esto formula estrategias de ajuste o aproximación a la pauta que define la postura para acabar realizando la versión de ésta que más encaja con cada momento. El autoconocimiento deriva en autogestión y esta en autoajuste. Con la guía del maestro y de las pautas dadas por las enseñanzas el alumno aprende a encontrar su equilibrio personal (hasta dónde flexionar, qué zonas requieren más calentamiento, cómo estirar……..
El autoajuste en el yoga es un aprendizaje para el autoajuste en la vida cotidiana.