Salir de nuestra zona de confort nos permite abrirnos a nuevas oportunidades
Nuestra zona de confort es aquel entorno que dominamos, allí donde las cosas nos resultan conocidas y cómodas. Es un espacio seguro en el que no arriesgamos, pero tampoco crecemos. En ella, se incluyen nuestro hábitos, rutinas, pensamientos, habilidades, actitudes y conocimientos, por tanto puede ser nuestra «excusa perfecta» para continuar en «modo automático» y no pasar a la acción, experimentar, crecer, …, ¡vivir!
Fuera de nuestra zona de confort ocurren cosas maravillosas: se produce el cambio y el crecimiento, se despierta la creatividad y ocurre la expansión mental. Pero también se encuentra la temida zona de pánico, por lo que es importante encontrar el equilibrio justo que nos permita mantenernos con la «chispa mágica» y al mismo tiempo seguros/as y libres de miedo y ansiedad.
Quedarnos inmersos/as en ella nos lleva a la apatía, la desmotivación, a no creer en nuevas ideas (estamos mentalmente demasiado estructurados/as), procastinamos, … En resumen, nos mantenemos en un «color gris» continuo que nos va apagando internamente.
Seguramente has identificado en más de una ocasión tu zona de confort: estás tumbado/a el sofá de tu casa en vez de salir a explorar el mundo, compras siempre en la misma tienda (te riges por el lema: «más vale malo conocido que bueno por conocer»), llevas trabajando muchos años en el mismo trabajo sin ninguna motivación, a pesar de los atascos continúas conduciendo por la misma carretera sin ganas de probar rutas alternativas, cada verano repites destino turístico, etc. Sin embargo, estar en nuestra zona de confort es también es la manera de responder ante una crítica, la forma de enfrentar las oportunidades que encierran riesgos e incluso la manera de relacionarnos con nuestra pareja y/o padres.
Y … la pregunta del millón, ¿qué podemos hacer para salir de la zona de confort? Además de salir a la naturaleza, cambiar la manera de vestir o la decoración de la casa, anticiparnos a las excusas, abrirnos a nuevas amistades, involucrarnos en proyectos creativos, fijarnos fechas límite para acabar tareas pendientes, etc … PRACTICAR YOGA.
Practicar yoga de manera regular despierta el flujo interno de energía y la creatividad, ajusta los sistemas nervioso y endocrino, aumenta la flexibilidad mental, nos ayuda a conocernos y a identificar nuestros puntos más débiles (solo así los podemos transformar), fortalece nuestra confianza y autoestima, equilibra nuestro chakras, … ¡¡Y mucho más!! Anímate a salir de tu zona de confort y encontrar tu punto de equilibrio. Fortalece tu mente neutral y activa tu energía.