Toma conciencia de lo ocupado, atareado y distraído que estás en tus multitareas diarias, tus preocupaciones, deseos, sin darte el espacio para detenerte a respirar consciente y escucharte y escuchar también a tu cuerpo para tratar de conectar con tu verdadera naturaleza y comprender quién tú eres realmente y qué es lo verdaderamente importante y significativo en tu camino de experimentar la existencia como ser humano.
Quizá normalmente te estés proyectando hacia el futuro o estés atrapado en el pasado, yendo más rápido de lo que sería un ritmo natural, quizá creyendo que cuanto más haces más aprovechas tu vida. Este ritmo frenético e inconsciente agota tu sistema nervioso, te saca del momento presente y permite que la mente te controle en lugar de ser tu maravillosa sirvienta.
Aprender a parar y a relajarte es algo que puedes conquistar y es urgente hacerlo si quieres vivir una vida sana, en alegría serena, en presencia y en armonía. Debes permitirte parar cuando lo necesites; tu cuerpo-mente está siempre enviando señales (mucho antes de llegar al límite que sería ya el estrés, el agotamiento, la enfermedad). ¡Escucha! Permítete crear nuevos hábitos.
Herramientas que se convierten en esos nuevos hábitos
Hay muchas herramientas que pueden ayudarte a anclarte en el momento presente, a tomar conciencia de lo que es más importante para ti como TÚ; que te regalan la relajación y conciencia necesarias. Son experiencia pura y por eso te transforman.
Caminar (mejor si estás descalzo) por un entorno natural estando abierto a los mensajes que te entrega a través de los sonidos, olores, colores … Reconectando con el Flujo Natural de la Vida misma, reconociendo a la Madre Naturaleza como tu mejor Maestra para ello.
Regalarte un baño en el mar, en un lago, en el río, y si no te es posible por lo menos en una bañera, quizá con alguna vela y aceites esenciales. Sin mirar el reloj, que el baño se espacie hasta que lo sientas.
Practicar la respiración consciente es algo que puedes hacer en cualquier momento, estés haciendo algo, o no, en ese momento. El simple hecho de observar tu respiración te va trayendo al momento presente, te va entregando autoconocimiento: así como respiras, así te sientes. Además al observarla, tu respiración se va equilibrando de una manera natural y te permite separarte de tu mente parlanchina, vas tomando conciencia de que tú no eres esa mente, si no, ¿cómo podrías separarte de ella? Hay además muchas técnicas de respiración (pranayamas) que puedes practicar encontrando las que más te resuenan y ayudan en tu presente.
Practicar un estilo de Yoga que incluya la parte física con una serie de asanas, pranayama, la relajación y la técnica de meditación es una de las herramientas más poderosas para cambiar hábitos dañinos, crear hábitos saludables y encontrarte a ti mismo. El Yoga te lleva a la trascendencia de tus procesos mentales (donde están tus hábitos, tus creencias, tus patrones mentales, …), experimentas el Ser y escuchas y actúas desde tu verdadera identidad. Te lleva al autoconocimiento.
La relajación en la práctica de Yoga: savasana
La práctica de yoga debe tener siempre un espacio para la relajación profunda. Saltarnos esta parte sería perderte una parte muy importante de los beneficios que la práctica te regala. Savasana no es echar una siesta sino ser capaz de separarte de las sensaciones corporales y de la mente durante la relajación. Te permite ir más allá del marco regular del cuerpo y la mente, por eso se llama la postura del cadáver.
Si estás consciente durante la relajación en yoga, te dará una percepción completamente nueva de ti mismo, te mostrará niveles más sutiles de existencia, regalándote la conciencia de que ciertamente hay Algo más allá de tu ego y sus deseos, preocupaciones y neurosis.
Túmbate en la esterilla boca arriba, con los brazos ligeramente separados del cuerpo, las palmas de las manos mirando hacia arriba, la cabeza alineada con el tronco y la barbilla inclinada ligeramente hacia el pecho estirando cervicales (puedes colocar un cojín también debajo de tu cabeza si te molestan las cervicales), las piernas un poco separadas dejando caer los pies hacia los lados de forma natural. Cierra los ojos y permite la respiración natural. Es un momento para no hacer y simplemente SER. Haz savasana tras tu práctica de asanas o siempre que la necesites para restaurar tu cuerpo y tu mente.
Algunos de los beneficios de realizar savasana son:
- Los nuevos patrones energéticos creados con la práctica del yoga se absorben en tu cuerpo físico y energético
- El organismo se oxigena, la respiración se calma
- Disminuye considerablemente el estrés y la ansiedad
- La presión arterial y el ritmo cardiaco disminuyen
- Crearás un cuerpo más fuerte y resistente a las enfermedades
- Favorece notablemente el descanso y el sueño reparador
- Sentirás una mayor confianza en ti misma
- Nos regala una mayor conciencia corporal, más presencia en el Aquí y Ahora
- Beneficia la salud física, mental y emocional
- Libera todo aquello que no aporta, entregándote serenidad
- Libera miedos, el miedo principal que es a la propia muerte
Ve intencionando encontrar esos nuevos hábitos y ánclate en ellos. Esos haceres con los que vibras alto, ese hacer (o no hacer) consciente, donde el hacedor no aparece, aparece el agradecimiento a la vida y el disfrute. Ese hacer sin hacedor no te quita energía, más bien te la multiplica. No te desgasta, más bien te equilibra y te sana. Estás conectado con el flujo natural de la Vida, escuchando cuando es tiempo para hacer y qué hacer, y cuando para parar.